lunes, 30 de mayo de 2011

Fue hombre antes que gnomo

No sólo los costrones que conforman la piel dura del gnomo le protegen del amor lejano; también le protegen de su antigua piel humana, aquella piel que sufrió por no ser serpiente y no poder abandonarla en cualquier camino polvoriento, como hacen ellas, al menos una vez al año. Así que la revistió con distintas capas, abandonó su nombre, se alejó de la ciudad, renegó de su estirpe humana. Primero fue estepario, loco de andrajos asustaniños. Después, enraizado en la tierra contaminada fue convirtiéndose en gnomo, aunque en cada primavera, ¡zas! un sarpullido rosado le invadía recordándole la piel deshabitada.

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