martes, 7 de junio de 2011

LA POZA



Navegando entre los rápidos del río con su canoa, se giró para medir la distancia que había recorrido, sin dejar de impulsar el bote con un enérgico paleteo. Cuanto más desconfiaba del éxito de su viaje, con más brío remaba.

El paisaje, apenas un borrón verde entre la espuma del agua que cada vez con más frecuencia anegaba su mirada, le era ya desconocido. Nunca se había aventurado tan lejos, ni tan cerca de la cascada.
Conocía la existencia de aquella poza profunda e inaccesible desde tierra, como todos los del pueblo, de oídas. Un remanso en el límite del precipicio, en el que según decían, las piedras al ser lanzadas en aquellas aguas milagrosamente mansas, se mantenían a flote dibujando innumerables círculos concéntricos, hasta que eran absorbidas repentinamente con sus ondas, como si la llamada de algún eterno elemento estuviera concentrada en un sólo punto de la impenetrable piscina.

El sonido de los rápidos se escuchaba cercano. La canoa se escoraba a uno y otro lado, latido rojo perdido entre las aguas.
Mantenía los pies bien asentados en el fondo de madera de su viejo bote, las piernas flexionadas, y entre ellas apretaba con fuerza una caja cilíndrica. Batía los remos vertiginosamente. El sonido turbulento del agua encajonada entre las rocas era más intenso y aún así le pareció oír voces. Por segunda vez se giró sin ver nada, escudriñó ambas orillas y aceleró el ritmo de los remos.
Los brazos comenzaban a no responderle, sintió un golpe contra una roca y perdió uno de los remos que desapareció a la deriva. Se levantó, y con el brazo desposeído agarró con fuerza pero amorosamente, la urna que había estado entre sus piernas irguiéndose orgulloso en la tormenta.
Ya había alcanzado el límite que le separaba del salto y no vislumbraba el ansiado estanque. Besó la urna y al levantar la vista, descubrió a la izquierda una superficie diáfana y sosegada. Con el único remo que le quedaba logró enderezar el rumbo de su viaje.

Al atardecer, el arco iris iluminó un bote rojo a la deriva.

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