jueves, 20 de enero de 2011

Profesional


El mimo se situó en el centro de la plaza, frente a una estatua. Adoptaba la imposible postura cuando una paloma se posó en su cabeza. Siguió imperturbable en la ejecución de su personaje, incluso cuando el cálido excremento comenzó a resbalar por su garganta. Por un momento piensa en abandonar y entonces, al abrir los ojos, distingue en el caballero de bronce una sonrisa de complicidad.

3 comentarios:

  1. eh!, qué chulo!, yo también sonrío con complicidad.

    Por fin te decidiste, muy bien, compañera del metal, ahí estamos.

    Enhorabuena

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  2. ya lo he conseguido...ahora a disfrutarte...mil besos...

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  3. Genial! Ya tenía ganas de leerte. Un beso y que viva la creatividad!

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