viernes, 25 de febrero de 2011

¿Las cerezas verdes maduran dentro del estómago?

Flora de Arcimboldi
 
Es muy difícil, pero en alguna ocasión, si se da una conjunción entre la luna y los jugos del estómago, estos se enfadan y no digieren el hueso que  acaba germinando con la hiel. 
De ahí los casos que se han dado de mujeres-árbol, con ramas en las orejas y flores de cerezo en la boca.

domingo, 20 de febrero de 2011

Más allá del tiempo



 Incluso después de muerto, seguía allí, colgado detrás de la puerta, dando forma humana a la vieja bata deshilachada.

sábado, 19 de febrero de 2011

Fabricando blogs...continuación

El tiempo antiguo del gnomo -según consta en sus anotaciones del blog del 23 de Enero- se deshacía como gota de lluvia sobre la hierba. Hasta se había desembarazado del viejo reloj: le bastaba el tiquitac de los dedos sobre el teclado para sentirse protegido del aire y de la lluvia, del frio y del calor.

Encontró el teclado dos días después que al monitor, entre un montón de briks malolientes enterrados por la maleza. Le arrancó la yedra incrustada entre las ranuras de las teclas y lo conectó. El recuerdo de Isabella, la única gnoma nacida del mar, le impulsaba a escribir. Se sentó frente al ordenador, sorbió un poco de brebaje caliente y comenzó:
Sa a tara a mor
s e aza wx ti...
Quizá el abundante vello que cubría sus manos era el causante del desaguisado, pensó acariciando el teclado.
El verdín le tiño de verde la yema de los dedos. Ajá, tenía que ser eso: el verdín le había ocultado los signos de las letras. Volvió a escribir:
Si me inventara el amor
lo vestiría en silencio,
lo arroparía con risas,
lo comería de un beso.
Si me inventara una fruta
su sabor sería amargo,
cristalino en la saliva,
perfumado en los labios,
con color hoja de fresa,
con el tinte de cereza
con el tacto de tus manos...

Continuará...

domingo, 13 de febrero de 2011

¿Cómo le viene la piel a la persona?

La piel es una funda. Al principio no es piel, es una laminilla que se va extendiendo desde el corazón hacia fuera.
Parece ser que, conforme creces, se va espesando a la vez que crece su sabiduría, pues en sus pliegues y repliegues se esconden roces, besos, heridas...
Cuando en toda su superficie no queda ni una sola célula sin huella, es- que- ya- te- ha- venido- del- todo- la- piel.
También dicen que cuando se olvida el recuerdo de esas sensaciones, te haces muy viejo, te mueres y te ponen dentro de otra funda para protegerte.

martes, 8 de febrero de 2011

¿Cómo se quedan los ojos adentro?

La verdad es que es un milagro que los ojos no se salgan de sus órbitas. Es tan difícil de entender que desde niños se practican diversas actividades para conseguirlo: doblar el párpado superior sobre sí mismo, guiñar los ojos muy deprisa, cerrarlos con fuerza, hacerlos llorar, simular que son de cristal, mirar al sol directamente para cegarse unos instantes... pero dicen que seas pequeño o mayor, en el momento de perder a alguien o por el contrario de ser muy feliz, se tienen que sujetar con fuerza para mantenerlos en su concavidad.

domingo, 6 de febrero de 2011

Amor perdido

La intervención fue un éxito. Le extrajeron del estómago la bola de papel y alambre retorcido que casi la mata. Al despertar, sintió otra vez el horrible vacío. De nada le ha servido comerse el calendario en su afán de que la pena pase más deprisa.

jueves, 3 de febrero de 2011

Amor vegetariano

Con lentitud se acercó a la mesa donde ella yacía húmeda, expectante. De un limpio tajo dividió su crujiente corazón en dos mitades. Ahora reposa entre negras olivas y tersos tomates.

martes, 1 de febrero de 2011

El sonido del paseo


Dos muchachos negros avanzan rítmicamente por el paseo -remedo de Mayami- ,palmeras enanas y amarillas. Sus zapatos marrones oscuros, sin calcetines, lustrosos hasta no poder más, se mueven bailando sobre el pavimento, acercándose hacia unas botas militares, peligrosas, negras, la muesca delantera delata la puntera metálica, dispuestas a golpear si el termómetro sube un grado más. Su propietario, cara granujienta, cabeza muy, muy despejada ¿rapada?, ha dejado la guerrera en casa, gracias a dios, y su impúber cuerpo, desnudo de músculo todavía, sorbe un Calippo descomunal sentado en el borde de la baranda de piedra, mientras que las gotas del polo chorrean irremediablemente sobre tres quinceañeras que invadidas por la resaca de la marea nocturna, duermen vestidas sobre la arena, ignorantes de la imagen que reflejan en el viejo que parado frente a ellas, adivina que nunca serán bellas, pero quién sabe si la envidia de la carne joven le hace inmisericorde; sin embargo, no reflexiona más, se retira asustadizo ante el grito del rapado, quita viejo, me tapas el sol, grito que despierta los restos de una mujer posada sobre una toalla azul marino con un ancla, quizá esa áncora playera la mantiene varada a tierra, le impide deshacerse del sopor que ha invadido su vida y acariciándose una variz serpenteante, se hunde otra vez en el liberador sueño marino, como si esperara que su toalla rompiera amarras y empezara a navegar envuelta por los gritos de un grupo familiar que a pleno sol juega al fútbol y puede ser que el padre, congestionado, mantenga el tipo jadeando detrás del balón por la arena, impulsado por el recuerdo de sus piernas juveniles, sus pulmones limpios de alquitrán, hasta que el más pequeño e intuitivo de sus hijos, imitando a los entrenadores, pide tiempo y le echa una redentora botella de agua helada por la cabeza.
El atardecer avanza como todos los días y como todos los días el buscador de tesoros avanza con su detector de metales entre las pisadas de los que van abandonando la playa, ajeno a ese trasiego humano, sólo pendiente del reverberar en sus oídos de las posibles monedas y joyas perdidas, escruta la fina arena, se para atento a lo que transmiten sus auriculares, pero no, no ha encontrado nada todavía.
La arena se posa ondulada borrando huellas, escuchando el murmullo de la marea humana que la abandona. El buscador pasa, pasa una y otra vez la placa redonda sobre la arena, se agacha, escarba y encuentra alguna que otra moneda, poca cosa.
Su trabajo acaba cuando localiza el corazón oscuro de la playa que cada día cambia de sitio, buscando juguetón la marea mediterránea.