miércoles, 26 de enero de 2011

Inspiración

Se hizo instalar sobre la cabecera de la cama dos estantes de 1,50 por 35, para almacenar sus libros preferidos, con el convencimiento de que su cercanía podría producir una transmigración de las ideas y palabras de las que aquellos meses adolecía. Una noche, con gran estruendo, la estantería se vino abajo truncando su apacible sueño, amén de producirle una brecha en la cabeza (poca cosa, eso sí).
Desde aquel día no ha dejado de escribir una novela sobre el azar y los fantasmas.

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