jueves, 28 de abril de 2011

EL V.A.


Los resultados de la analítica, indican sin lugar a dudas, que tiene usted una vena de agua, sí, no me ponga esa cara, una vena de agua…la misión que me ha encomendado el Ministerio de Misterios Sanitarios, el MMS para abreviar, es la de responder a todas las dudas que se le planteen, así que ya sabe, empiece, que ya ha visto la cola que tengo fuera…
-¿Hay curación doctor? – pregunta el hombre, sentándose casi en el borde de la silla y acercando su cara al médico.
-No. Es un proceso irreversible, aunque no mortal si sigue mis prescripciones al pie de la letra -le contesta el Dr. Kielo, mientras se hurga en una muela. -Cada vez se dan con más frecuencia casos como el suyo y desconocemos las causas de este proceso...al que no nos atrevemos a llamar enfermedad. De hecho, no sólo estamos interviniendo los médicos en la investigación, como ya sabe –concluye tirando el palillo a la papelera.

El hombre mira inquieto alrededor. La destartalada sala en la que predomina el verde, oscurecida por la persistente lluvia  que los acompaña desde hace meses, aumenta  su desesperación. 

-Bien doctor, dígame lo que he de hacer –responde al médico, mientras se toca una pieza metálica en forma de tapón que sobresale de su oído izquierdo.
- Ha de prepararse para realizar un largo viaje. En estos momentos, y demostrando su insolvencia económica, la seguridad social está sufragando el 90 por cien de todos los gastos. Si no es así, le interesa pedir una excedencia que cualquier tribunal médico justificará ante su empresa, no tiene que preocuparse por ello. El próximo avión sale el sábado que viene con 102 personas V.A. con dirección al Cabo Norte. Durante el vuelo les darán las explicaciones necesarias.
-¿No hay otro tratamiento?
- Hasta ahora es lo único que ha resultado positivo de cara a dilatar la evolución del V.A. y voy a decírselo con toda franqueza, usted tenga la misma esperanza de vida que cualquiera de nosotros. Pero es su decisión y responsabilidad, ya que también tiene sus riesgos – añade el médico, levantándose para extraer una carpeta del archivador.
-De acuerdo -dice el hombre con los ojos enrojecidos extendiendo la mano hacia los papeles.
El Dr. Kielo, sobresaltado, se pone las gafas, lee el nombre del paciente y exclama:
-¡Por favor Thomas, sabe lo peligroso que es llorar! Concéntrese en la documentación que ha de cumplimentar. Primero el P5, luego el YX8...

Bajo la pertinaz lluvia, Thomas se dirigió al aeropuerto con un maletín. Nada más atravesar el vestíbulo, una señorita con un cartel con las fatídicas “VA” impresas en color rojo le esperaba. Un grupo de personas se agolpaba alrededor, silencioso, manso, aislado del bullicio de la vida del aeropuerto por el vaho de la incertidumbre.
Los trámites del embarque son rápidos, todos llevan equipaje de mano, y se les exime de pasar por el detector. En la pista, un avión de North Air les espera. No tienen asignado asiento y Thomas se coloca en la primera fila junto a una joven. Ve pasar al resto del pasaje: hombres, mujeres, jóvenes, viejos, avanzan dubitativos buscando sitio. Observa que llevan en distintas partes del cuerpo, diminutas placas cónicas como la suya, obturando bocas, orificios nasales, órbitas oculares, pabellones auditivos…
Un rumor de líquidos fluyendo ha invadido poco a poco la cabina de pasajeros, transformando al avión en un submarino varado en tierra.
-A ver si me pueden estar calladitos, por favor, es por el bien de todos –dice la auxiliar de vuelo desde la parte delantera de la cabina. Se alisa la chaqueta blanca sobre los pantalones y se recoloca el gorrito cónico en tanto los pasajeros manipulan sus placas hasta conseguir casi un silencio completo, turbado de vez en cuando por el susurro de un goteo intermitente.

-Buenos días. Soy la auxiliar de vuelo Snow White. Nos dirigimos a Alta, donde llegaremos dentro de tres horas. Intentaré explicarles lo que sabemos del VA y los procedimientos que vamos a seguir con ustedes. Tienen media hora para leerlo –dice, mientras comienza a repartir un folleto entre los pasajeros.
Thomas abre el cuadernillo a la vez que le pregunta a su compañera si quiere que lo lean juntos. La joven tiene el ojo izquierdo taponado y el derecho parcialmente. Esta asiente y Thomas comienza a leer:
- “Todos estamos amenazados por el mismo peligro. El cuerpo humano está compuesto de líquido en un 80%.  El problema surge cuando el agua que recibimos se pasea por el interior del cuerpo y todo comienza a flotar.  La situación empieza a empeorar cuando, por ejemplo, dos “órganos flotantes” chocan, y en ese caso se puede provocar una auténtica vía de agua en el organismo, anegando el sistema circulatorio. Ustedes, están al principio del proceso VA, es decir, el agua está encauzada en la vena de agua y cerrada su salida con la placa tapón que les ha sido implantada. Pero eso es una medida provisional, un sistema de emergencia que el organismo ha creado, avisándonos del peligro que corre...”
La joven aprieta la mano de Thomas interrumpiendo su lectura antes de llegar al apartado de procedimientos.

El avión se desliza por la helada pista de aterrizaje. En la terminal, cinco autobuses bastante desvencijados les esperan. Thomas y la chica del ojo taponado viajan juntos, sentados muy cerca. Después de veinte minutos, los autobuses aparcan alineados en una enorme explanada que iluminan con los faros. El rumor de líquidos se hace intenso, los viajeros corren hacia las cientos de siluetas que esperan en la noche ártica.

Thomas y la muchacha bajarán los últimos. Se acercarán muy despacio hacia las sombras gélidas. Llorarán mientras se arrancan uno a otro las placas y la vena de agua les congela.


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