Le gustaba tanto el abrigó que su marido le había regalado, que aquella noche tuvo el capricho de dormir desnuda tapada con él. A la mañana siguiente, con la marca de unos profundos arañazos con forma de garra en la piel de su cuello, decidió que de Febrero a Abril, época de celo del visón, su marido dormiría en el sofá.
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